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 MIGUEL DE CERVANTES (III) y Fin

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ILYAS
Bavard
ILYAS


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MessageSujet: MIGUEL DE CERVANTES (III) y Fin   MIGUEL DE CERVANTES (III) y Fin Icon_minitimeLun 27 Mar - 15:18

La vida en Sevilla (y el resto del sur) no es una maravilla
En 1585 Cervantes firma un contrato con Gaspar de Porres, quien le entregará cuarenta ducados por dos piezas perdidas: El trato de Constantinopla y La confusa . Poco después, se publica la primera parte de La Galatea , dividida en seis libros, dirigida a Ascanio Colona e impresa en Alcalá de Henares por Juan Gracián, a costa de Blas de Robles. Ese mismo año muere su padre.

Desde principios de mayo de 1587 le vemos instalado en Sevilla, donde, al fin, obtiene, por mediación de Diego de Valdivia (Alcalde la Real Audiencia de Sevilla), el cargo de comisario real de abastos para la Armada Invencible. Más tarde sería encargado de recaudar las tasas atrasadas en Granada, habiéndole denegado una vez más el oficio en Indias que había vuelto a solicitar en 1590 (contaduría del Nuevo Reino de Granada, gobierno de Soconusco, contador de las galeras de Cartagena o corregidor de La Paz).

Tan miserables empleos lo arrastrarían a soportar, hasta finales de siglo, un continuo vagabundeo mercantilista por el sur (Écija, La Rambla, Castro del Río, Cabra, Úbeda, Estepa, etc.), sin lograr más que disgustos, excomuniones de cabildos eclesiásticos, denuncias y algún encarcelamiento (Castro del Río, en 1592, y Sevilla, en 1597), al parecer siempre injustos y nunca demasiado largos. Como contrapartida, el viajero entrará en contacto directo con las gentes de a pie en caminos y posadas y aun con los bajos fondos, adquiriendo una experiencia humana magistralmente recreada en sus obras. A estos años pertenece la “Novela del cautivo”, intercalada en el primer Quijote (XXXIX-XLI).

En 1591 lo encontramos por Jaén, Úbeda, Baeza, Estepa, Montilla… Su ayudante, Nicolás Benito, es denunciado por abusos y Cervantes evade su responsabilidad gracias a la mediación de Pedro de Isunza. Pero Cervantes terminará en la cárcel de Castro del Río por venta ilegal de trigo, hasta que de nuevo la mediación de Isunza le deje en libertad.

Como dramaturgo, se compromete en 1592 con Rodrigo Osorio a entregarle seis comedias, que no cobraría si no resultaban de las mejores, entre las cuales se cuentan varias de las incluidas en el tomo de 1615; como novelista, redacta varias novelas cortas y, mucho más importante, esboza nada menos que la primera parte del Quijote y, quizá, el comienzo del Persiles . Su labor como comisario de abastos termina en 1593, coincidiendo con la muerte de su madre en octubre.

En 1594, Agustín de Cetina encarga al excomisario la misión de recaudar los atrasos de tasas del Reino de Granada. Cervantes acepta y vuelve a su tarea de recaudador, depositando el dinero en casa del banquero Simón Freire. Pero la mala suerte persigue al escritor-recaudador: la quiebra del banquero le enviará de nuevo a la cárcel, esta vez en Sevilla (allí podría haber esbozado el plan novelesco del Quijote u haber iniciado su escritura).

A comienzos del siglo XVII, Cervantes se despide de Sevilla por las mismas fechas en las que su hermano Rodrigo muere en la batalla de las Dunas, y sólo sabemos de él que anda dedicado de lleno a la escritura del Quijote . En 1604 se instaló en Valladolid (en el suburbio del Rastro de los Camareros, junto al hospital de la Resurrección), ciudad declarada nuevamente capital de España por Felipe III, con su esposa y numerosa parentela femenina: Andrea, Constanza, Magdalena, Isabel y la criada María de Ceballos.
Y en esto llega El Quijote.
A principios de 1605, de forma un tanto precipitada, ve la luz El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha , dirigido al duque de Béjar, en la imprenta madrileña de Juan de la Cuesta, a costa de Francisco de Robles, con un éxito inmediato y varias ediciones piratas (en Lisboa, Valencia y Zaragoza), por lo que Juan de la Cuesta inicia la segunda edición al poco tiempo. Cervantes vendió su obra por 1.500 reales y la tirada inicial fue de uno 1.600 ejemplares, que se vendían a 290,5 maravedíes.

Este éxito se vería empañado por un nuevo encarcelamiento, ordenado sediciosamente por el alcalde Villarroel, motivado por el asesinato de Gaspar de Ezpeleta a las puertas de la casa de los Cervantes, en cuyo proceso la familia fue acusada de llevar vida licenciosa (el alcalde Villarroel se dejó llevar seguramente por la mala fama que envolvía a "las Cervantas"). Y el éxito también fue empañado porque Cervantes no ganó tanto dinero como debería a causa de las ya comentadas ediciones piratas (el “top manta” también existía en el siglo XVII).
Y es que estas copias piratas eran muy frecuentes porque, por entonces, los derechos de una obra se obtenían para una zona determinada, por lo que se sacaba el libro en otros sitios sin necesidad de pagar. Como Cervantes tenía el privilegio de impresión para el Reino de Castilla, los reinos aledaños imprimían la obra más barata y luego la vendían en Castilla. Nuestro artista salía perdiendo.

La rápida difusión del Quijote , por cierto, explica por qué en 1614 se publicó una falsa “Segunda parte del ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha”, impresa en Tarragona bajo el nombre, apócrifo, de Alonso Fernández de Avellaneda. No ha sido posible identificar quién fue en verdad este autor, aunque probablemente debió ser un literato mediocre con cierta cultura teológica que intentó simplemente conseguir un beneficio que la gran difusión de la obra le proporcionaría. Pero “candidatos” a la autoría de la falsa segunda parte del “Quijote” ha habido muchos, desde Lope de vega y Quevedo (en fin...) o, como dice Martín de Riquer, el aragonés Gerónimo de Passamonte, un personaje real que no salía demasiado bien parado en la primera parte de la obra (Cervantes lo habría incluido con el nombre ficticio de Ginés de Passamonte).

Tras la Corte (que vuelve a instalarse en Madrid), en 1606 viaja de nuevo y se queda a vivir en Madrid (en el barrio de Atocha y después en la calle Magdalena, cerca de la librería de Francisco Robles). Ese mismo año, su hija se casa con Diego Sanz, de cuyo matrimonio nace, al año siguiente, Isabel Sanz. Tras la muerte de Diego, Isabel se casa con Luis de Molina en 1608. En abril de 1609, preocupado ya por su salvación eterna, Miguel de Cervantes ingresa en la congregación de los Esclavos del Santísimo Sacramento del Olivar, sin que sepamos si llegó a acatar las muy estrictas reglas que ésta imponía sus miembros: ayuno y abstinencia los días prescritos, asistencia cotidiana a los oficios, ejercicios espirituales y visita de hospitales.

En octubre muere su hermana Andrea, seis meses después su nieta Isabel Sanz y, otros seis más tarde, Magdalena. En 1610, Cervantes intenta acompañar a Pedro Fernández de Castro, conde de Lemos, a su virreinato en Nápoles, pero Lupercio Leonardo de Argensola, encargado de reclutar la comitiva, lo deja fuera, lo mismo que a Góngora.
En julio de 1613, Cervantes ingresa como novicio en la Orden Tercera de San Francisco (como su mujer y sus hermanas), en la que hará los votos definitivos tres años después. Tras ocho años de silencio editorial desde la publicación de la novela que lo inmortalizaría, publica una verdadera avalancha literaria: Novelas ejemplares (1613), Viaje del Parnaso (1614), Ocho comedias y ocho entremeses nuevos nunca representados (1615) y la Segunda parte del ingenioso caballero don Quijote de la Mancha (1615 también), anunciada por el autor al final de la primera. La lista se cerraría, póstumamente, con la aparición, gestionada por su mujer Catalina, de Los trabajos de Persiles y Sigismunda (1617), obra cortada por el patrón de la novela griega, exhumada por los humanistas del Renacimiento.
Hasta los más grandes se mueren

Enfermo gravemente de "hidropesía" (probablemente una diabetes, enfermedad sin remisión en aquella época) en 1616 se vio morir: el 18 de abril recibe los últimos sacramentos; el 19 redacta, "puesto ya el pie en el estribo, con las ansias de la muerte", su último escrito: la sobrecogedora dedicatoria del Persiles . La noche del 22 al 23 de abril, poco más de una semana después que Shakespeare, el autor del “Quijote” fallece y es enterrado al día siguiente, con rostro descubierto y el sayal franciscano, en el convento de las Trinitarias Descalzas de la calle de Cantarranas (actual calle de Lope de Vega). Los cofrades de la Venerable Orden Tercera de San Francisco tuvieron que pagar al escritor un entierro para pobres. Sus restos mortales se perdieron, dispersados a finales del siglo XVII durante la reconstrucción del convento. Su obra inmortal, no.
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